lunes, 2 de abril de 2012

2 de Abril, Malvinas y esa extraña forma de homenajear que tenemos los argentinos

Un día como hoy, pero hace 30 años, Argentina iba rumbo a una guerra absurda. Estúpida desde la preparación militar que tenía el país, avergonzante en cuanto a los pibes que, sin experiencia, comida, ni abrigo, pusieron el pecho por lo que "ellos" creían y no por lo que algún sector avejentado ideologicamente, nos quiere hacer creer como motivo de una disputa incoherente. Eso en lo que aquel puñado de purretes soltados a su suerte creyó aquel 2 de abril, eso en lo que aún creen hoy a tres décadas del conflicto con Gran Bretaña, es nada más y nada menos que La Patria Argentina. Y nosotros, que sabemos de guerras, de crisis, de dictaduras, de enfrentamientos, de muertes, no sabemos muy bien como homenajear a nuestros héroes. Preferimos olvidarlos, esconderlos, acusarlos, torturarlos. Y no lo digo sólo por los 649 soldados que cayeron combatiendo en las Islas, ni tampoco por los otros 1300 que perdieron o se quitaron la vida por consecuencias de haber estado en un lugar en el que ningún ser humano debería estar.
La historia argentina es una sucesión de injusticias. Y también, por qué no, de falta de memoria. O si se quiere, de memoria tardía. Así tardamos 166 años en homenajear a los héroes de La Vuelta de Obligado, otros tantos en reconocer verdaderamente a San Martín, cuanto habrán discutido historiadores y periodistas para dar importancia a la tarea de Moreno. Walsh desapareció el 25 de marzo de 1977 por involucrarse con la verdad, por trabajar con pasión, que aclaro, no es lo mismo que vocación, sino algo mucho más importante. Aquel escritor sureño, fue perseguido y asesinado por denunciar la tortura, el terror, la muerte que la dictadura argentina desparramaba por nuestra Patria. Hoy, 35 años después de su desaparición, existen calles con el nombre de genocidas como Julio Argentino Roca, pero ni una, que lleve el nombre de Rodolfo Walsh. Repito, los argentinos tenemos memoria tardía, o mala memoria, da igual. Olvidando, se nos fueron más de tres décadas para encerrar a los culpables del terror comenzado el 24 de marzo de 1976. Pasaron gobiernos y gobiernos, hasta que las Madres y Abuelas fueron escuchadas entre tanto dolor y soledad que les hicimos pasar sin acompañarlas como se debía, o en realidad, como se lo debíamos por tanto amor y tanta lucha.
Alguna vez, pensé que mal está la educación, y seguramente, muchos más habrán pensado en tantas ocasiones lo mismo. Hoy, creo que lo que está mal es la manera en la que nos enseñan. En la primaria, rara vez nos hacen profundizar sobre Malvinas, o sobre la Revolución de Mayo, o la dictadura. Aprendemos de memoria nombres de presidentes, pero ni siquiera nos dicen que pensaban, o que hicieron, por qué los querían o por qué no. Llegan las fiestas patrias, y armamos la cartulina con la frase "Las malvinas son argentinas", pero ¿qué maestra te cuenta el por qué son argentinas?, ¿Quién te contó que el primer pedido sobre la soberanía de las islas fue en 1930? nadie.
A veces no puedo creer que todavía exista gente que crea que el conflicto empezó en 1982, o que hay que volver a recuperar las Malvinas por la fuerza. Hoy, es un día para recordar, para homenajear y para denunciar que en el siglo XXI todavía hay potencias imperialistas y colonealistas que no respetan los tratados internacionales. Pero hay algo todavía más importante para no olvidar, y son los miles de pibes que pusieron el pecho por una grupo de tipos que se sentían invulnerables. Y recodarlos hoy, es hacerlo también mañana, pasado y dentro de diez años también. El verdadero homenaje es decirles gracias cuando estamos frente a uno.
Hoy leía las palabras de una hija del dolor, de una niña hija de un ex combatiente, que por aquel entonces también era un niño. La muchacha, aclaraba pujantemente, "no quiero que les tengan lástima, porque antes de niños, fueron soldados", Me quedó dando vueltas en la cabeza esa reflexión y me obligó a pensar. Quizás tenga razón pensé, en una guerra supongo que aún siendo un pibe te apurás sobre la marcha para convertirte en hombre de la noche a la mañana. Pero, creo que la lástima, que también se mezcla con bronca, se genera no sólo por una cuestión de edad, sino porque aquellos jóvenes no tenían preparación militar, ni comida, ni abrigo, ni armamento, ni contención. Fueron a una guerra, con la única experiencia del fulbito en el barrio, la colaboración en el almacen del viejo, los ravioles del domingo o las pruebas del secundario. Eran pibes porque vivían como pibes, eran pibes porque no eran soldados. Soldados se hicieron cuando les pusieron un fusil en la mano y los obligaron a disparar. Lo único que me queda es decirles gracias, porque a la edad que ellos fueron a defender la celeste y blanca, yo estaba jugando al fútbol con mis amigos y eso, me genera orgullo, dolor y tristeza.