miércoles, 1 de diciembre de 2010

La revolución cibernética

La post modernidad dejó al desnudo la falta de utopías, discursos coherentes y reflexiones constructivas que padece la humanindad. Ya lo venían vaticinando aisladamente algunos filósofos, anunciando que la superficialidad de las relaciones humanas, basada en simuladores virtuales que crean una realidad no tangible, están camino a cumplir el peor temor que desde su nacimiento tiene el ser humano, desaparecer. La tan ansiada globalización llegó, pero no con los resultados esperados. Lo que se hizo global, gigantescamente global fue el hambre, la desigualdad y los intereses de los ahora desenmascarados vecinos del norte y companía. Algunos podran decir que el proliferado crecimiento de las comunicaciones permitió conocer música de distintas partes del mundo, mantenerse al día con aquel amigo que está en el otro rincón del mundo o conocer la historia de un personaje destacado a través de internet. Y yo, humildemente podría contestar que es verdad, pero que a costa de ese crecimiento comunicativo mucha gente relegó su voracidad de viajar, de conocer la música de un desconocido en la peatonal de alguna ciudad olvidada.O también y con conocimiento de causa, podría sostener que al encontrarme con ese amigo después de tanto tiempo, no tenemos mucho de que hablar, porque ya lo hicimos en nuestro café virtual. Cada vez leemos sobre más personas, pero profundizamos mucho menos sobre ellas. Un párrafo de uno, unas líneas de otro y listo, tenemos lo necesario para sobrevivir en la vorágine diaria en la que estamos inmersos. Podría profundizar mucho más sobre la cuestión, pero no es la idea, pienso que algo bueno tiene que existir en la comunicación.
Siempre fui un gran crítico de las redes sociales. Durante mucho tiempo las ví como campos de atontamiento de la gente, como herramientas de control que ejerce el sistema. Me molestaba el cholulaje reinante, la indiferencia cibérnetica de quienes se esconden tras un monitor porque no se le animan a la ciudad. En realidad, todavía me jode todo eso, aunque ahora tengo facebook. El que llegó a esta parte de la nota seguro pensará: este pibe es un verdadero pelotudo. Y seguramente lo sea, pero al menos otórguenme el derecho a replica. Creo feascientemente que las redes sociales son lugares de reclutamiento ignorante, de adormilamiento cerebral, de enlatamiento discursivo, y Juraría que fueron creadas con ese objetivo. Lo que no tuvieron en cuenta, es que aún en la post modernidad, queda gente que piensa, que sueña con la revolución, no de armas como pensó el "che", si no ideológica y educativa.
En fin en estos tiempos uno se puede encontrar con las dos caras de la moneda. Podemos conocer el depurado y profundo intelecto de Amalia Granata vía Twitter, o encontrarnos con opiniones interesantes de todo espectro ideológico. Lo cierto es que aunque todavía son menos, los que proponen algo diferente, creativo, esperazandor en la web cada vez son más. Quizás este fenómeno del que hablo no pueda explicarse socialmente en este momento, puede ser porque la inmediatez de la situación lo hace imposible. Hay una mutación en algunos, se palpa, se siente. Pero sólo sera real y analizable si logramos sobrevivir al sueño profundo de la post modernidad

No hay comentarios: