martes, 22 de mayo de 2012

Honestidad brutal

A donde ir, cuando escapar, por qué llorar, no se si dormir, no se si despertar. La extraño, la odio, la amo, le tengo bronca. Piensa en mi, me quiere olvidar, me hizo feliz, quiere que sufra. Soy un idiota, tengo dignidad, no la merezco, le escribí una canción. Soy emocionalmente inestable. Voy del todo a la nada sin visa ni permiso. Estoy muerto y vivo, a veces ni yo se por qué. Me dejaron. Sería bueno aceptarlo de una buena vez. Me tiraron a la basura por mentiroso y lo hicieron con incuestionable razón. Te olvidaste de los detalles, dijo una vez. Son los detalles de su hermosa sonrisa los que extraño incansablemente. Me rompieron el corazón. Pero de verdad, lisa y llanamente. No es una frase hecha, es el diagnóstico que me pasó un sueño mal soñado la noche anterior. Estoy enamorado de la mujer que me dijo que ya no le importo, al menos de la manera que yo necesito importarle. Llevo varios días sabiendo que no va a volver. No importa si está con otro, me duele que no esté conmigo, lo demás da igual, es solo una cuestión de egos. Lo cierto es que no me morí y tampoco ya pienso en hacerlo. Sigo triste, si, pero también sigo soñando. Pensé que la vida se me había ido con ella, la misma noche que paso frente a mis ojos por la ruta y me dejó atrás. No me dijo ni chau, ni hasta siempre, no dejó indicios de algo mejor y peor. Solo se fue, como se va tanta gente. Si volverá alguna vez, o me levantará mientras hago dedo hacia un lugar mejor, es cuestión de destino, situación que excede mis esfuerzos. Tengo que seguir. Alguna vez pensé que tenía que hacerlo por ella. Ya no necesito aceptar ni convencerme de que todo va a estar mejor, porque de poco, va sucediendo. Tampoco juego a convencerme de que voy a conocer a alguien, tarde o temprano va a pasar. No entiendo porque la gente se esfuerza en determinar si lo que viene será el paraíso o el infierno, cuando realmente no lo sabemos. Lo que vendrá es una incógnita, no podemos tocarlo, por lo tanto, lo único que tenemos son las ganas de que ese tiempo próximo, no nos encuentre con aquellas situaciones que sabemos, debemos resolver, para no caer en las mismas irregularidades de nuestro pensamiento cotidiano. Crecer, es aceptar que la vida no se nos va con una persona, aunque una persona se nos haya escapado de nuestra vida. Me queda la música. Tengo el teatro y la angustia. Los amigos y los libros, que también suelen ser buenos amigos. Me queda mi guitarra y sus ganas de que aprenda a tocarla de una buena vez. Tengo un mapa y aún, más de 200 países por conocer. El periodismo, la política, el compromiso social, el hambre, la injusticia. Todo eso anotado en un papel. Tengo a mi familia y un sobrino que está por venir. Tengo uno, dos, tres, cuatro sueños y me animo a seguir soñando. Tengo su sonrisa también, aunque no la vea, está guardadita en una foto que le saqué alguna vez. Tengo esperanzas y cuatro estaciones para entender que no está tan malo no haber muerto como quise tantas noches. Tengo la sensación de que las cosas van a cambiar. Quiero seguir, quiero volver a enamorarme alguna vez. Tengo ganas de convencerme de que otra persona me puede hacer feliz. Una vida para compartir con los que quieran tocar la puerta de entrada. Una canción, la tristeza, las risas, los dolores, tienen o deben, ser compartidos. No existe otra posibilidad. La vida no se trata de la soledad, aunque a veces uno se permita disfrutarla por un rato. Deseo que me vuelvan a querer. Prometo corregir errores y desterrar fantasmas. Quiero ser feliz, también sin ella, quiero intentar serlo. Atarnos a alguien que no quiere avanzar más con una historia, es no confiar en nosotros mismos. Es no valorarnos, es depositar las culpas en el otro. Es guiñarle un ojo a la tristeza e invitarla a pasar. La cosa no se trata de no estar tristes, se trata de hacer algo mejor con eso. Ya no me tiro en el sillón a colgarme para olvidar. No quiero olvidarla y se que no puedo porque simplemente, ella se encargó de hacer las cosas demasiado bien para que los recuerdos que me importen, sean los felices. Le deseo lo mejor, se lo dije, pero también me tiro buena leche a mi también. Yo también merezco seguir adelante, aún, habiéndome equivocado tanto.

sábado, 21 de abril de 2012

Sobre la ausencia y otros asuntos...

Ausencia. La falta de eso que se fue y nos deja el inmenso interrogante de saber si alguna vez volverá. "Eso", ya no está; y si no queremos quedarnos varados en la nada, tenemos que ver como se sigue. Aunque parezca que todo se pone turbio y que el mundo conspira para embarrarnos un poco más la cancha, algo debe salvarnos. Insisto, creo, exijo y si se me permite, lo ruego. Me niego a creer que ante su ausencia, lo único que me queda es la soledad y su acusadora mirada diciéndome que otra vez, volví a fallar. Algo, alguien, esto o aquello que no está, nos vuelve intranquilos. El no saber aflora la duda. Y la duda, nos rompe la cabeza y la llena de incertidumbre. Y la incertidumbre, no solo suele atemorizar al ser humano, lo convierte en vulnerable, le extirpa el control de todo, lo deja en el territorio de la nada y en ese lugar, nunca sabemos muy bien que hacer. Es entonces, cuando de alguna manera tenemos que recordar que antes de que la ausencia se convirtiera en miedo, estábamos vivos, aunque ahora, la sensación sea la muerte misma. Hace un mes, canciones más, noches menos, el tiempo se detuvo y se hizo estatua. Alguien, que no siento pudor alguno en valorar como irremplazable, se convirtió en ausencia. Y ahí, su alejamiento se hizo tristeza y vacío. Cuando alguien que amamos se va, se despierta esa sensación de que nos falta algo en el cuerpo, no importa que muchos quieran afirmar que solo hay tripas y órganos, el vacío del que hablo yo, no entiende de anatomía. De la noche a la mañana tuve que aprender de ausencias y pensar que hacer con eso. La primera medida, casi por decreto, fue tirarme en un sillón a pasar el día. Terminé haciendo lo mismo varios más. Después, después todo se puso peor. Llegué a la conclusión de que no podía seguir esperando algo que no iba a volver. Algo tenía que hacer, no importaba si bien o mal. La respuesta estaba en aquello que me estaba postrando en un sillón, la respuesta era hacer algo con la puta y mal parida ausencia, porque, al fin y al cabo, ese alejamiento lo produje yo cuando invité a cenar a mis demonios y les di de comer hasta que quedaron exhaustos. Y entonces, sin esperarlo, me di cuenta que la única forma de combatir a la ausencia es con su antónimo. Al vacío se lo suple con gente que quiera llenarlo. A lo largo de mi vida destruí relaciones, me alejé de gente por motivos que olvidé, dejé de lado a personas que, cuando se enteraron o cuando los enteré de mis urgencias, nos vacilaron en estar conmigo para lo que necesitara y para lo que no. Las tardes solitarias siguieron estando, y seguramente todo marchará igual hasta que el amargo sabor de la derrota se transforme en miel, pero estoy seguro que por lo menos, no estoy solo. Algo bueno hay, siempre. Aún en la tristeza soy feliz. Estar triste es estar vivo y estar muerto es no sentir. Cada uno sabrá que elige. ¿Hay ausencias irremplazables? si, y son las mejores. Ella, que me dejó hace un mes, es de ese tipo de ausencias. ¿Se pueden llenar esos vacíos? si, pero de otra forma. Ese huequito que tengo por su partida, disculpen, pero ese huequito es nuestro, de nadie más. Su ausencia, o su no presencia que es lo mismo, es lo mejor que tengo dentro de la tristeza que me viste por estos días. Que no esté, me hace querer ser mejor para lograr que algún día vuelva para llenarme. Su ausencia es el recuerdo de cuanto la lastimé, cuanto la alejé, cuan injusto le fui. Su ausencia es mi mayor compromiso con la vida para no cometer viejos errores, esos que me privan hoy de la mejor presencia que tuve. Su ausencia, es un dedo en la yaga y la mejor forma de darme cuenta cuanto la amo. Su ausencia no es la muerte, pero se le parece demasiado.

lunes, 2 de abril de 2012

2 de Abril, Malvinas y esa extraña forma de homenajear que tenemos los argentinos

Un día como hoy, pero hace 30 años, Argentina iba rumbo a una guerra absurda. Estúpida desde la preparación militar que tenía el país, avergonzante en cuanto a los pibes que, sin experiencia, comida, ni abrigo, pusieron el pecho por lo que "ellos" creían y no por lo que algún sector avejentado ideologicamente, nos quiere hacer creer como motivo de una disputa incoherente. Eso en lo que aquel puñado de purretes soltados a su suerte creyó aquel 2 de abril, eso en lo que aún creen hoy a tres décadas del conflicto con Gran Bretaña, es nada más y nada menos que La Patria Argentina. Y nosotros, que sabemos de guerras, de crisis, de dictaduras, de enfrentamientos, de muertes, no sabemos muy bien como homenajear a nuestros héroes. Preferimos olvidarlos, esconderlos, acusarlos, torturarlos. Y no lo digo sólo por los 649 soldados que cayeron combatiendo en las Islas, ni tampoco por los otros 1300 que perdieron o se quitaron la vida por consecuencias de haber estado en un lugar en el que ningún ser humano debería estar.
La historia argentina es una sucesión de injusticias. Y también, por qué no, de falta de memoria. O si se quiere, de memoria tardía. Así tardamos 166 años en homenajear a los héroes de La Vuelta de Obligado, otros tantos en reconocer verdaderamente a San Martín, cuanto habrán discutido historiadores y periodistas para dar importancia a la tarea de Moreno. Walsh desapareció el 25 de marzo de 1977 por involucrarse con la verdad, por trabajar con pasión, que aclaro, no es lo mismo que vocación, sino algo mucho más importante. Aquel escritor sureño, fue perseguido y asesinado por denunciar la tortura, el terror, la muerte que la dictadura argentina desparramaba por nuestra Patria. Hoy, 35 años después de su desaparición, existen calles con el nombre de genocidas como Julio Argentino Roca, pero ni una, que lleve el nombre de Rodolfo Walsh. Repito, los argentinos tenemos memoria tardía, o mala memoria, da igual. Olvidando, se nos fueron más de tres décadas para encerrar a los culpables del terror comenzado el 24 de marzo de 1976. Pasaron gobiernos y gobiernos, hasta que las Madres y Abuelas fueron escuchadas entre tanto dolor y soledad que les hicimos pasar sin acompañarlas como se debía, o en realidad, como se lo debíamos por tanto amor y tanta lucha.
Alguna vez, pensé que mal está la educación, y seguramente, muchos más habrán pensado en tantas ocasiones lo mismo. Hoy, creo que lo que está mal es la manera en la que nos enseñan. En la primaria, rara vez nos hacen profundizar sobre Malvinas, o sobre la Revolución de Mayo, o la dictadura. Aprendemos de memoria nombres de presidentes, pero ni siquiera nos dicen que pensaban, o que hicieron, por qué los querían o por qué no. Llegan las fiestas patrias, y armamos la cartulina con la frase "Las malvinas son argentinas", pero ¿qué maestra te cuenta el por qué son argentinas?, ¿Quién te contó que el primer pedido sobre la soberanía de las islas fue en 1930? nadie.
A veces no puedo creer que todavía exista gente que crea que el conflicto empezó en 1982, o que hay que volver a recuperar las Malvinas por la fuerza. Hoy, es un día para recordar, para homenajear y para denunciar que en el siglo XXI todavía hay potencias imperialistas y colonealistas que no respetan los tratados internacionales. Pero hay algo todavía más importante para no olvidar, y son los miles de pibes que pusieron el pecho por una grupo de tipos que se sentían invulnerables. Y recodarlos hoy, es hacerlo también mañana, pasado y dentro de diez años también. El verdadero homenaje es decirles gracias cuando estamos frente a uno.
Hoy leía las palabras de una hija del dolor, de una niña hija de un ex combatiente, que por aquel entonces también era un niño. La muchacha, aclaraba pujantemente, "no quiero que les tengan lástima, porque antes de niños, fueron soldados", Me quedó dando vueltas en la cabeza esa reflexión y me obligó a pensar. Quizás tenga razón pensé, en una guerra supongo que aún siendo un pibe te apurás sobre la marcha para convertirte en hombre de la noche a la mañana. Pero, creo que la lástima, que también se mezcla con bronca, se genera no sólo por una cuestión de edad, sino porque aquellos jóvenes no tenían preparación militar, ni comida, ni abrigo, ni armamento, ni contención. Fueron a una guerra, con la única experiencia del fulbito en el barrio, la colaboración en el almacen del viejo, los ravioles del domingo o las pruebas del secundario. Eran pibes porque vivían como pibes, eran pibes porque no eran soldados. Soldados se hicieron cuando les pusieron un fusil en la mano y los obligaron a disparar. Lo único que me queda es decirles gracias, porque a la edad que ellos fueron a defender la celeste y blanca, yo estaba jugando al fútbol con mis amigos y eso, me genera orgullo, dolor y tristeza.

viernes, 16 de marzo de 2012

¿Algún día este mundo será perfecto?

Hace un rato, mientras estaba tirado en el sillón debatiéndome sobre si ir a comprar cigarrillos o no, un amigo (quizás víctima de un momento de iluminación) me regaló una canción que yo tenía un tanto olvidada. Digo me regaló, porque creo que hay músicas que se prestan, otras que se lanzan, muchas que se comparten, algunas que se escupen y otras que se regalan para que uno entienda que, todavía hay gente que se acuerda que el arte nos alimenta un poco y a veces, hasta nos salva la vida. Lo cierto es que bajé, compré los puchos, volví a subir y sin nada que hacer, me dispuse a abrir mi presente. Las notas salieron primero del piano, después del bajo, enseguida se les sumó la bata y después, después todo se transformó en genialidad. Porque creo (es una apreciación personal) solo Serú Girán construye algo así. "Quiero despertarme en un mundo agradable/quiero darme libertad/ya no quiero dar lo que no tiene sentido/solo quiero aquí estar". Así de simple, así de hermoso, así de cierto. Me quedé pensando, en el tema, en el mundo, en todo un poco digamos. Y hasta me autopregunté,¿tan difícil puede ser? ¿tan hecho mierda está todo? a veces me resigno y pienso que sí, que quizás solo hay que sentarse a esperar.
Se hizo de noche. En la tele siguen hablando del asalto al blindado, del crimen de Matías, de la pena de muerte y la mano dura. Y mientras tanto, otro Matías está siendo asesinado en algún lugar de este país. El crimen de un pibe nos tiene que doler, nos tiene que conmover pienso, pero sería justo que nos joda en la misma medida que la desaparición física de Micaela, la niñita baleada en el barrio La Gloria. Pero no es así, porque en un mundo dominado por pocos, en esta realidad equivocada, las vidas de dos pibes no valen lo mismo. Y yo lo que quiero es justicia para los dos. Pero si todos no intentamos ser un poco más justos la cosa no funciona. Si tenés poco, poco valés. Si no cotizás materialmente no existís y ahí es cuando tu muerte no le importa a nadie. Así como a los hijos de puta que mataron a un pibe que recién arrancaba a vivir no pensaron en nada más que escapar y llevarse la guita, los medios miraron para el costado cuando una bala terminó con la vida de una nena que también daba sus primeros pasos. La diferencia, estuvo en las clases sociales a las que pertenecían. Y en este mundo, sabemos, eso pesa e inclina la balanza.
Vivimos enfermos. Andamos por ahí juzgando y de vez en cuando hablamos de derechos humanos, de justicia, de mano dura, de pena de muerte. Rara vez pensamos en la educación, la igualdad. Nos permitimos libremente decir negros de mierda,chetos de mierda, pobres de mierda,ricos de mierda, judíos de mierda, chinos de mierda, indios de mierda, turcos de mierda, católicos de mierda. Y así, el mundo termina siendo un gran inodoro donde solo esperamos que alguien tire la palanca para irnos a un lugar mejor. Mientras tanto,los asesinatos aumentan y nosotros seguimos hablando de pena de muerte. Parece que no aprendemos que a este mundo solo lo podemos cambiar con amor, con educación, con salud, con igualdad. Demasiada muerte tenemos y tuvimos para querer más.
¿Tan hecho mierda está todo? yo creo que no. Todavía quedan restos de humanidad y se ven reflejados en las miles de pupilas que quieren algo distinto. Nos debemos más amor, respeto, alegría. Nos debemos justicia, pero no en un sentido jurídico, sino en un sentido humanitario que es darle la oportunidad a todo pibe que nace de ser feliz. Le debemos a Matías y a Micaela un mundo mejor que el que dejaron...

miércoles, 7 de marzo de 2012

Viajar, es mucho más que viajar...

Según la Real Academia Española, viajar es la acción de trasladarnos de un lugar a otro por mar, aire o tierra. Lo cierto es que, si bien las palabras tienen peso y consistencia propia, viajar es mucho más que eso. No solo es aprender a ver, a caminar, a ser paciente, a entender otras culturas, a probar otras comidas. También es iluminarse con otros paisajes, y otras personas, y otras músicas, y otras historias. Puedo decir que mi amor a la aventura es la mejor virtud que tengo. Y lo digo, porque después de andar por valles, montañas, arroyos, volcanes, cielos y suelos de distinto color, me siento distinto. Que no se entienda mal, no me creo mejor que ayer, incluso he llegado a pensar por ciertas circunstancias desarrolladas en mi inconsciente, que retrocedí algunos casilleros en esa búsqueda por ser felices que todos (cada uno a su manera) compartimos. Pero digamos, retroceder no debería preocuparnos más de lo de debido, siempre y cuando no volvamos a avanzar por el lado equivocado.
Antes de partir, un amigo me dijo, te vas a la verdadera escuela. Y yo, que a veces suelo ser bastante pelotudo ante esas frases, me reí. Claro, la casi culminación de mi carrera me hacían creer importante, y que poco lo era. Y en realidad, que poco lo soy. En Bolivia entendí la banalidad cotidiana de mis acciones. Pasé toda mi vida amargándome por motivos mucho menos importantes que los que impulsan a todos los bolivianos a seguir trabajando arduamente luego de años y años de explotación y saqueo. Y en nuestro hermoso norte argentino, descubrí que un pueblo olvidado en la cima de un cerro, puede ser un sitio mucho más maravilloso que cualquier capital del mundo. Y ni hablar de Cuzco. Allí no hay lugar para Romanos, Griegos, Napoleones o Revoluciones. Debe ser el único lugar del mundo donde lo que importa es américa y el inmenso imperio que nos fue escondido en escuelas y secundarias durante tanto tiempo. Por lo tanto, viajar, no es solo ir a sacar fotos. O al menos eso pienso yo.
Así como no siempre los mejores músicos son los que están en los estadios, ni los más virtuosos actores los que están en un teatro, la mejor comida tampoco suele estar en los restaurants de lujo y nombre extraño. Así lo comprobé comiendo en los mercados por sumas que en cualquier ciudad más o menos poblada de Argentina causaría una ola de prejuicios sobre la materia prima y la higiene utilizada. Y la gente,la gente es otro tema. Yo no se que pasa, si se trata de una conspiración por parte de ellos u algo genético, pero la gente más extraña y maravillosa anda viajando por ahí, o vive en algún lugar perdido para que no la encuentren. Así me paso con Hugo, un tipo de mirada y sonrisa alegre. Músico y Bailarín de oficio. Un tipo que tiene el corazón para renunciar a cualquier lujo que no sea el de comer y vivir lejos de la contaminación posmoderna en la que nosotros estamos inmersos, juega en otras ligas.
Un día, hace algunos días me volví. Con miles de historias para contar, con otros tantos paisajes para soñar en mis sueños, con proyectos para compartir y tiempo para invertir en los que quiero. Y ahí fue cuando por esas extrañas circunstancias que tiene el tiempo, el espacio y cada una de nuestras historias, la vida me cacheteó. Y me sacó un poco de amor, un par de sonrisas, algunas canciones compartidas y me privó de besos y abrazos. Y yo, ante a la adversidad, culpé al tiempo, al espacio, a mi historia, a la vida. Pasaron algunas noches y dejé de culpar a los demás por mis errores. Me di cuenta que no era tan buena persona como creía, ni tan buen hijo como suponía. Ni siquiera era el estudiante que yo pensaba ser, tampoco era un gran amigo, ni el novio que ella me pedía que fuera. Y con todo eso en mis espaldas, creí que debía irme. Cualquiera, pensé, debería irse bien lejos para que no lo encuentre nadie, o ahorcarse, o pegarse un tiro para ahorrar el sufrimiento. Y entonces caí en la respuesta que nunca quise ver y me cambió la vida...
"Si a los 24 años yo fuera la clase de persona que quiero ser, el hijo que nunca provoque sufrimiento a mis viejos, o el estudiante que nada hace mal, o el mejor de los amigos, o incluso si fuera todo lo que ella me pedía que fuera, mi vida no tendría sentido, pues no tendría nada para mejorar. Retrocedí viajando, que es la mejor manera de retroceder. Ahora se para donde ir"

jueves, 29 de septiembre de 2011

El perseguidor: Noticias de mierda

El perseguidor: Noticias de mierda: En la repartija diaria de noticias,que no son aquellas que la tele escupe diariamente guiadas por las leyes del mercado comunicativo, sino q...

Noticias de mierda

En la repartija diaria de noticias,que no son aquellas que la tele escupe diariamente guiadas por las leyes del mercado comunicativo, sino que hablo de las novedades que llegan sin filtro, sin frases hechas, sin intereses perversos, solemos desayunarnos con noticias de mierda, y lo digo así, casi sin tapujos, porque no existe otra manera de llamarlas. Quizás, ande sugestionado por tanto dolor e injusticia alrededor del mundo, pero suelo sentir que las verdaderas desgracias le suceden a la buena gente y siempre pasan de largo por el andén de los garcas.
Hoy, mientras pispeaba por la ventana las nubes y el cielo (un tanto por curiosidad y otro tanto para ver si el sevicio metereológico se había equivocado por tercer día consecutivo) sonó el teléfono. Y ahí, estaba lo que contaba anteriormente. La situación se repite circularmente sin que nunca la llegue a entender. Porque a decir verdad, el escenario es siempre el mismo. El protagonista es alguién noble, que la pelea en el barro para salir adelante y que, como dicen por ahí, "no se mete con nadie". Pero esta vez, osea hoy, la injusticia fue demasiado grande. La mamá de un amigo (por no decir hermano) perdió a su bebé. La voz triste, vacía de tanto dolor, me entristeció a tal punto, que me encontré ante la imposibilidad de decir algo más que lo siento tanto y algún balbuceo más. Me quedé un rato en silencio pensando, reflexionando, ahogado todavía por la noticia. A veces pienso que solo cuando nos enteramos que algo grave que le pasó a alguien cercano, tomamos verdadera dimensión de lo que es realmente esencial. Lo triste, es que el resto del tiempo, (que lamentablemente es el que ocupa veintitres de las veinticuatro horas diarias) estamos inmersos en lo que a mi me gusta llamar letargo cotidiano.
La vida tiene la estúpida capacidad de pegarle duro a gente que no se lo merece. Supongo que la balanza justiciera de la que tanto hablan algunos, anda descompuesta, o Quizás, el tiempo ponga las cosas en su lugar a su debido momento. A veces pienso que la gente de traje y ojos turbios no recibe de las malas porque no tienen la capacidad de sentir, entonces el dolor no sería un castigo, vaya uno a saber.
Lo que jode es que perdimos otra vez. La familia, ni hablemos, no existe algo ni siquiera para acercarse al sentimiento que produce tal vacío. Y yo, yo siento que también perdí. Cuando sufre la gente que te rodea una parte de vos se va con ellos para intentar apaciguar el hueco que genera una pérdida. En realidad, diría que perdimos todos,porque aunque quien lea esto no sepa de quien hablo, creanme, perdimos todos. Esa personita que se nos fue, iba a hacer de este lugar un mundo mejor, lo digo porque lo vi siempre en la mirada de su familia. No me acostumbro a las noticias de mierda, tanto dolor dando vuelta hace mal.